Entre el soy humano, no soy virus y la caída de Ícaro

Entre el soy humano, no soy virus y la caída de Ícaro 

Públicado originalmente el  21/04/2020 

Por Carlos Ávila Pizzuto

    La especie humana, me parece realmente hermosa y maravillosa. Es tan compleja que no puedo ni compararla con algo tan simple como un virus.
    Escribo esto en medio de la primera epidemia, que me ha tocado vivir, que nos ha llevado a la mayoría de las personas del mundo a enfrentar una cuarentena prolongada. Son muchas las personas escribiendo sus reflexiones al respecto, desde renombrados filósofos, médico, teólogos, hasta nosotros personas comunes que nos da por bloguear y opinar.

   Mi tema de opinión gira en torno a algo que ha circulado en mundo de las redes sociales; la idea de que el ser humano es el verdadero virus y que el virus Covid19 es una defensa del planeta contra el virus llamado humanidad. 

   Yo en algunas ocasiones he pensado algo similar.

   ¿Cómo no pensarlo?

    Digo, a nuestra especie se le puede atribuir la devastación de los bosques, selvas, praderas; la extinción de muchas especies vegetales y animales; la contaminación del agua y la tierra y el incremento de gases invernadero en la atmósfera; la creación y uso de armamento que no solo daña a los humanos del bando rival, sino al medio ambiente que compartimos todos los seres vivos en la tierra; el abuso sobre otros miembros de la misma especie, etcétera.

     Es verdad.

     Por otro lado, me he dedicado a la práctica de la psicoterapia y eso me hace un humanista ¿Cómo puede un humanista despreciar a la humanidad o reducirla a la simpleza de un virus?

    He de decir que a lo largo de veinte años de escuchar a personas hablar de lo que les pasa, lo que sienten en la vida, de su dolor, de su sufrimiento, de sus anhelos, de sus dilemas existenciales, éticos y morales; he llegado a un momento en el que, aun cuando me enoja mucho lo que hacemos muchas personas, no puedo, ni quiero despreciar a la humanidad.

    La especie humana, me parece realmente hermosa y maravillosa.

Creo que nuestra capacidad destructiva, no es nuestra esencia. Sino una consecuencia de una enfermedad nerviosa y espiritual.  


    Carlos, me preguntan mis lectores imaginarios ¿Cómo, si has dicho que tiene el balance ecológico tan afectado y son tan capaces de ser destructivos con otras especies y la propia, puedes considerarnos una especie hermosa y maravillosa?

    Quizá porque no veo nuestra capacidad destructiva como nuestra característica esencial. Veo esa capacidad destructiva como consecuencia de una enfermedad nerviosa y espiritual originada en nuestra búsqueda de desarrollar al máximo nuestro potencial intelectual y creativo.

  ARROGANCIA


    Una crítica que nos hacemos los humanos a los humanos, al menos los humanos que están más cercanos a la idea de que somo un virus, es sobre nuestra arrogancia; dicen que debemos aprender a vernos como una especie más del planeta y que no somos, en nada, más valiosos que otros seres vivos o incluso que una molécula orgánica como un virus.

   Yo creo que es justo lo opuesto.

    El ser humano, sí es la especie más peligrosa que existe en la tierra para su propia sobrevivencia y para la de muchas otras especies de seres vivos, pero eso no es porque seamos tan básicos como un virus, sino porque somos extremadamente complejos y de nuestra complejidad deviene la fragilidad de nuestro impresionante sistema nervioso.

    Ken Wilber habla de que toda cosa, ser o ente es un holón y que cada holón está hecho de otros holones y a demás forma parte de un holón más complejo (estamos hechos de algo y formamos parte de algo). Entre más simple es el holón tiene un valor "holoárquico" (no jerárquico, no tiene que ver con poder, tiene que ver complejidad) menor, pero es fundamental entender que, si todos los holones básicos desaparecen, todo desaparece.

    Por ejemplo, la célula es un holón más simple que el hígado, si una célula del hígado muere, no pasa mucho, si muchas o todas las células de un hígado mueren, el órgano muere. Nuestro organismo humano está compuesto de células que componen órganos, que componen un cuerpo reptiliano, un cuerpo mamífero y un cuerpo humano, cada uno sobrepuesto al otro. Digamos que la naturaleza ha ido tratando de perfeccionar su obra hasta llegar, por ahora, a nosotros, los únicos seres conocidos por nosotros mismos, que nacemos capaces de ser conscientes de la maravilla del cosmos, pero también tan complejos que estamos sujetos a fallas orgánicas más complicadas Entre más complejo el sistema, la falla tiene efectos más difíciles de predecir (Wilber 1997).

Estoy de acuerdo, podemos ser arrogantes y peligrosos... tenemos la libertad de buscar la grandeza y de errar catastróficamente el rumbo.

   ¿Entonces no somos arrogantes?


   Yo digo que sí.

   Somo arrogantes cuando nos reducimos a la simpleza de un virus como si la naturaleza o la creación no se hubiera movilizado para hacer de nosotros una obra tan compleja, consciente y capaz de crear; somo arrogantes también, cuando suponemos que nuestra grandeza nos hace independientes de la naturaleza, estamos hechos de naturaleza, somo naturaleza tomando conciencia y si dañamos la naturaleza, dañamos eso de lo que estamos hechos.

    Cada bomba que lanzamos, nos la lanzamos a nosotros mismos y suponer que podemos salir intactos es arrogancia, es locura.

    Somos arrogantes cuando suponemos que somos inmunes a epidemias, enfermedades u otros desastres naturales, ya sea porque nos sentimos "especiales" o que jugamos con reglas independientes a las de la naturaleza, o porque creemos que los gobiernos, los médicos, los patriarcas siempre sabrán cómo salvarnos (Yalom, 2010).

    Somos arrogantes cuando creemos que, por ser una especie hermosa y maravillosa, la naturaleza o Dios, tiene la intención de salvarnos de todo. El universo, según entiendo, eventualmente colapsará sobre sí mismo y el proceso creativo se reiniciará y Dios y/o la naturaleza harán una nueva obra de arte, ni mejor, ni peor, una nueva y muy seguramente, sin nosotros (aunque hecha con la materia y energía de lo que ahora somos).

   Entonces estoy de acuerdo, podemos ser arrogantes y peligrosos.

   He dicho que eso se lo debemos a que la naturaleza se aventuró a hacer de una parte de sí misma una especia compleja, consciente de su vida, consciente de su muerte, libre para buscar su grandeza y libre de errar catastróficamente el rumbo.

   En la novela de Gioconda Belli "El Infinito en la Palma de la Mano", Eva, la Eva del Génesis, es 'tentada' a comer de la fruta del árbol de la ciencia. Al hacerlo, Eva pierde su inocencia, deja de ser un parte más de la creación para ser una que quiere conocer los secretos de la creación. Yo diría que cuando Eva empezó a preguntarse "¿Quién soy, de dónde vengo, qué es lo bueno, qué es lo malo y adónde voy?" Se arrancó a sí misma del paraíso que sería ser una primate mamífera alimentada por la naturaleza. En ese libro, Dios le dirá que, si quiere saber la respuesta a sus preguntas, tendrá que buscar y buscar significa salir de casa.

   Hablo de esto porque así entiendo a nuestra especie, una que salió de casa, que dejó el lugar de hijo lactante de la madre naturaleza para ser una especie joven explorando la vida, buscando su identidad, su propósito, su capacidad, su destino. Y como todo joven que se aleja por primera vez de casa, cometemos muchos errores. Podemos, sí, encontrar el destino de Ícaro.

De Pieter Brueghel el Viejo - 1. Web Gallery of Art2. The Bridgeman Art Library, Object 3675, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=11974918


   Voy a hacer una interpretación bastante libre del mito de Ícaro.

   Dédalo y su hijo Ícaro están encerrados en el laberinto.

   Hablemos algo del laberinto.

   Era un laberinto que fue diseñado para mantener encerrado a Minotauro, hijo de una relación ilegitima entre Pasífae y un toro. Supongo que el mito nos enseña que a veces la naturaleza nos devuelve a lo puramente animal, al instinto. Cuando se encierra al Minotauro, fruto de pasión instintiva, en el laberinto, se busca esconder esa pasión instintiva en una trampa intelectual, civilizada y artística inclusive.

   Volvamos a donde empecé el mito. Por azares y/ o castigos de los dioses, Dédalo e Ícaro quedan presos de esa trampa intelectual (de hecho, Dédalo fabrica el laberinto donde queda atrapado con su hijo). Dédalo piensa cómo escapar de su propia trampa con una estrategia de alta tecnología e inteligencia. Se le ocurre salir volando. Él usa los recursos naturales que encuentra y pega unas alas con cera a sus propios hombros y a los de Ícaro.

   Quizá la experiencia le ha dado a Dédalo cierta consciencia, sabe que la inteligencia humana puede hacer laberintos y pueden esos laberintos esconder al instinto, pero si usamos la inteligencia así, para ir contra la naturaleza, la naturaleza buscará su camino y puede volverse contra nosotros. Lo diré diferente, no precisamente volverse contra nosotros, ella sólo será fiel a sus propias leyes. Así que recomienda a Ícaro: Usa las alas para salir volando, pero no vayas muy alto o el sol derretiría la cera y caerías. Le dice, en otras palabras, usa con inteligencia las leyes de la naturaleza a tu favor y con respeto, porque cuando queremos saltarnos las leyes de la naturaleza, ella no tiene compasión.

  Ícaro, emocionado por la libertad, quiere ir tan alto como sea posible. Quiere buscar los límites y los encuentra. La cera se derrite e Ícaro cae y muere (El mito de Icaro).

    En la pintura de Brueghel que compartí arriba, se puedo ver si buscas con cuidado a Ícaro impactándose contra el agua cerca del barco. Como verán en esa pintura, las personas siguen su vida mientras Ícaro muere. Esa tragedia para Ícaro y su familia, es irrelevante para el resto de la gente que tiene que seguir buscando su alimento y su destino.

    Como especie hemos buscado cómo volar lejos hasta los límites de las leyes de la naturaleza y eso nos hace grandiosos, como dioses; pero dicen en el mito de Adán y Eva, que el haber probado el fruto del árbol de la ciencia, mujer y hombre se volvieron como dioses  y entonces, Dios coloca un arcángel en la puerta del paraíso para que con su espada de fuego haga imposible a la humanidad volver al jardín del edén donde hay otro árbol, el que da el fruto de la vida eterna (Echeverria, 2009).

    Podemos ser creadores, buscadores, alejarnos de casa, hacer arte, aventurarnos a inventar sistemas sociales, económicos, políticos, religiosos y filosóficos complejos y maravillosos. Podemos ser como dioses, pero la naturaleza que se vuelve, a veces vida, otras veces, sin aviso regresa a su forma más básica y con ella nosotros nos volvemos de nuevo polvo. Y el universo sigue y la madre naturaleza, sigue creando y destruyendo para crear de nuevo. Como el agricultor que sigue sembrando mientras Ícaro muere.

   No somos virus, pero muchas veces nos alejamos de la inteligencia de Dédalo y nos acercamos a condenarnos como Ícaro.



Unos de los precios que la humanidad paga, buscando su destino en el paradigma de guerra, es que vuelve la sobrevivencia un valor superior al de Ser. 

UNA CULTURA NACIDA DEL MIEDO


   Los mitos antiguos, nos dan una idea de un proceso en el que la humanidad se rebeló contra la naturaleza en búsqueda de su independencia y grandeza. El humano se empezó a ver a sí mismo como el ser capaz de dominar a la naturaleza. Es comprensible, la naturaleza produce terremotos, tormentas, maremotos, epidemias... El miedo a morir nos puede hacer ver a la naturaleza como enemiga, aún cuando sea la fuente de la vida (Paglia, 2017).

     La cultura que como especie desarrollamos, desde que tenemos recuento histórico ha sido una cultura fundamentada en evitar. Es decir, que culturalmente queremos usar nuestra capacidad creativa no para Ser y gozar de la oportunidad de vivir una vida consciente, sino para evitar ser destruidos por la naturaleza o por otros miembros de la especie. El miedo fue el motivador principal del surgimiento de una cultura que yo llamo cultura de la jerarquía o cultura de la guerra y que frecuentemente se ha llamado cultura patriarcal. En esta cultura estamos en guerra con los virus, con las bacterias, con el cambio climático, con los comunistas, con los migrantes, con la otra clase social, con el otro partido político, con el otro sexo, con los hijos, con los abuelos, con la naturaleza, con los que salen de casa, con los ignorantes, con los homofóbicos, con los homosexuales, con los diferentes, con los malos, con los irresponsables, con la pobreza, con el libertinaje, con los neoliberales, con los psicoanalistas, los humanista, los conductistas, las feministas, con la que no se sienten representadas por las feministas, con las que defienden los derechos humanos, con las que defienden la tradición, con los coaches, contra los inconscientes,  con los automóviles individuales, contra los empresarios opresores, contra los obreros flojos y contra lo que se nos ocurra.

    Dice Claudio Naranjo que esa forma de cultura va formando un tipo de mentalidad, a la que llama mente patriarcal. Esa mentalidad tiene una formato jerárquico, desesperanzado, paranoico y engañoso. Digamos que la mente se ha adaptado a vivir en guerra y como en la guerra, debemos ser obedientes de la jerarquía, saber que nuestra esperanza de ser libres y plenos esta siempre delimitada por otros poderes y peligros, que como los demás también viven en guerra, es fácil que nos vean como enemigos y que debemos fingir estar de la forma que haga falta estar para no recibir un ataque (Naranjo, 2013).

   Unos de los precios que la humanidad paga, buscando su destino en el paradigma de guerra, es que vuelve el evitar morir un valor superior a la trascendencia. Y cuando la mente se confunde, la humanidad prioriza sus estrategias para no morir por encima incluso de la sobrevivencia. Dice Horacio Padilla Villaseñor en sus clases de eneagrama, parafraseando: "Primero está el miedo a la muerte y luego la estrategia para no morir. La estrategia que se vuelve la forma de nuestro ego, en un deterioro de la conciencia creemos que somo nuestra estrategia, después ya no estamos evitando la muerte física sino la muerte de la forma, de eso que creemos que somos."

   Vivir para evitar la muerte de la forma o para evitar la muerte es una mera sobrevivencia, un deterioro de nuestra dimensión espiritual, de la búsqueda de un propósito o la búsqueda de Ser.

   Volviendo a la idea de la humanidad siendo una joven que decide salir de casa a buscar, en la búsqueda se siente tan sola, tan vulnerable, tan a la deriva que se refugia en armamento, en propiedades, en cosas, en ideas absurdas, en actividades, en ganar competencias, en esfuerzos excesivos, en patriarcas tiránicos, en dioses sumisos y obedientes. Y quizá muchas veces la humanidad ha soñado, en volver a ser chiquita, en nunca haber dejado casa, en ser como animales sin conciencia, en ser una molécula orgánica, en ser un simple virus, una partícula orgánica que no vive o sí vive dependiendo de su entorno, una partícula que es llevada y traída, que es lavada y quitada, una partícula que a veces mata a su anfitrión y no por algo en especial, sino porque así le corresponde, no porque lo elija, no porque esté buscando Ser o porque este extraviada. Un virus es inocente y no es responsable de nada.

   Vivir con la guerra en la mente y en la experiencia ha sido, creo, algo que ha irritado nuestro frágil y complejo sistema nervioso.

LA HERIDA DE VIVIR EN GUERRA


Nuestra cultura son alas pegadas con cera que vuelan demasiado cerca del sol.

    Fueron las guerras del siglo XX las que lanzaron luz sobre algo a lo que después se le dio el nombre de Trastorno de Estrés Postraumático TEPT o PTSD por sus siglas en inglés.

    Recuerdos intrusos, evitación social, evitación de eventos y lugares que recuerden la escena de guerra, cambios repentinos de ánimo hacia lo depresivo, cambios repentinos a lo agresivo, aumento en la manera de reaccionar ante estímulos pequeños, estados permanentes de alerta, entumecimiento o congelamiento. Son síntomas que muchos militares veteranos experimentaban (y experimentan). Una vez que fueron identificados esos síntomas como un trastorno, empezaron a identificarse cuadros similares en personas que han sobrevivido al abuso sexual, violencia física, exceso de trabajo bajo presión, sobrevivir desastres naturales, accidentes, crianza insuficientemente nutricia, secuestros y otras experiencias llamadas traumáticas. Peter A, Levine, lo resume con la idea de que queda una herida en el sistema nervioso cuando algo demasiado intenso ocurre demasiado rápido como para procesarlo o que es algo demasiado abrumador que está ocurriendo por demasiado tiempo (van der Kolk, 2015).

    Wilhelm Reich, por su parte decía que experiencias relacionadas al abuso, rechazo y sometimiento excesivo en nuestro desarrollo evolutivo individual, va produciendo una defensa caracterológica  manifiesta en el cuerpo como una coraza o como zonas congeladas o desestabilizadas. Una seguidora de Reich, la  terapeuta Evania Reichert en su libro "Infancia la edad Sagrada" plantea como nuestra cultura de guerra, hace tan difícil a las familias ser un nido nutricio para el desarrollo de los hijos y que la prevención de la neurosis sería crear condiciones para un crianza suficientemente buena, yo diría una crianza que no sea tan estresante para los infantes.

   Vivir en una cultura que nos exige estados prolongados de presión, alerta, miedo, desgaste, amenaza, intolerancia, etcétera; nos ha ido irritando y estresando hasta el punto de que nuestro sistema nervioso, que forma parte de todo nuestro cuerpo, funciona mal y es imposible dar la tranquilidad necesaria a los infantes, heredando el estrés de adultos a niñas y niños.

    Tenemos reacciones exageradamente violentas; nos asustan eventos relativamente inocuos; nos ponemos en riego ante eventos verdaderamente peligrosos; estamos entumecidos en nuestras emociones o sobre excitados; nuestro cuerpo también está entumecido y requiere de mucha intensidad para sentir vida; nuestros ciclos de sueño están muy alterados; requerimos de muchas drogas para descansar y para despertar; nuestros ciclos de alimentación y excreción, están también alterados y requieren también de muchas drogas.

    No, no creo que seamos un virus, somo una joven humanidad estresada por su propia creación, somos un Frankenstein que inventó un monstruo para que lo protegiera y ese monstruo se volvió nuestra amenaza. Hicimos una cultura para evitar morir y esa cultura es un espacio inadecuado para la vida humana, son alas que vuelan demasiado cerca del sol.

Un cambio obligado por un virus no es una transformación de la cultura, ni una garantía de que iremos a buscar la vida en vez de sobrevivir para solo evitar la muerte de nuestra normalidad conocida.

UNA PANDEMIA Y EL CAMBIO


    En abril de 2020, gran parte del mundo está en casa, estamos buscando mantener la curva de contagios de COVID19 tan abajo como sea posible para no saturar demasiado la demanda de servicios de médicos en cuidados intensivos.

    La economía, uno de los refugios que inventó la joven humanidad para cuidarse de la muerte y que había sido algo así como nuestra "diosa" más adorada y a la que más sacrificios le ofrecíamos, está  siendo descuidada porque ahora los altares con más velas los tienen los patriarcas salvadores de los humanos en desgracia: gobernantes que protegen con su ayuda y con el ejercicio de su poder; el personal de salud y quien los asiste como personal de limpieza hospitalaria, personal de ambulancias, administrativos de hospitales, etcétera; los productores y distribuidores de alimento (que pueden seguir encendiendo su veladora a la diosa economía); entro otros. En nuestra mente, vive la preocupación de que la diosa economía se va a enojar por este descuido y volverá furiosa a exigir sus sacrificios.

    Unos de los sacrificios que la "diosa" economía demanda, es la quema indiscriminada de hidrocarburos; la sobre explotación de la belleza (paisajes, medicinas ancestrales, tradiciones, historia, obras de arte, animales y cuerpos humanos) para el turismo; la salud física y emocional de "la mano de obra", "la fuerza laboral", "el equipo", "la fuerza de ventas" y así cualquier nombre que se nos dé a nosotros, a los humanos; la dignidad de las personas en edades no productivas o con dificultades para trabajar; el juego libre y sano de la infancia; el libre y seguro tránsito por las ciudades y el respeto por la vida animal y vegetal por decir algunos.

   Ahora que los sacrificios se han reducido, ante la necesidad de reducir los contagios, se habla de que las playas están más limpias, de que el agujero capa de ozono se ha disminuido, que el año que se esperaba más caliente de todos los tiempos, no lo está siendo, entre otras cosas entre reales, exageradas e imaginarias. En estos momentos podemos ver lo costoso que es sacrificar tanto por dinero. Lo cual ha inspirado a algunos pensadores y opinadores, más optimistas que yo, a pensar que el virus puede cambiarnos para bien.

    Por mi parte creo que esa es una visión perezosa, resueno con algo que dice Byung-Chul Han en su popular artículo, La Emergencia Viral y el Mundo del Mañana, cuando menciona (contradiciendo a Slajov Zizek cuando dice que "El coronavirus es el golpe a lo Kill Bill al sistema capitalista""El virus no vencerá al capitalismo. La revolución viral no llegará a producirse. Ningún virus es capaz de hacer la revolución." (Byung-Chul Han) 

   Claudio Naranjo solía decir que un cambio no es una transformación, que una persona obsesionada con el orden, por ejemplo, puede encontrar tutoriales en línea sobre como tener todo en perfecto orden y quizá eso represente un cambio, pero el origen del sufrimiento de la persona sigue igual, sigue dependiendo del orden para sentirse en paz; una transformación para esa persona requiere de voluntad de aprender a disfrutar la vida con su desorden. La humanidad sí puede esperar un cambio por el virus, quizá una venganza desquiciada de la diosa economía y un aumento del sufrimiento, quizá también un respiro al medio ambiente, que quizá nos autorice a volver a quemar hidrocarburos sin tanta culpa, ansiedad de muchos por el encierro, adicción a los medios electrónicos, sustitución del encuentro corporal por el virtual, desconfianza a los orientales, quizá otros cambios positivos, que no sé cuáles serán. Pero mi pregunta es ¿Haremos una transformación?, ¿daremos un salto más allá de la cultura de guerra motivada por el miedo a una cultura más pacífica, motivada la búsqueda de Ser?, ¿comeremos del fruto de la humildad y reconoceremos que debemos seguir aprendiendo en vez de suponer que ya sabemos?, ¿volveremos a buscar el camino al superhumano o nos quedaremos estancados en nuestras trincheras acobardados por el miedo a morir teniendo la oportunidad de vivir?

Vernos como miembros de una misma red, donde la vulnerabilidad de unos es la vulnerabilidad de todos.

MIS TEMORES


    Tengo muchas dudas de que lo que nos está ocurriendo como especie, en sí, sea hasta ahora motivo de optimismo para los que deseamos una transformación de la humanidad, de una que es la joven huérfana extraviada, a una humanidad viva, adulta y responsable.

   Hemos sido testigos de personas expresándose con juicio y hasta odio hacia los que no acatan una cuarentena estricta y hemos sido testigos de burlas y humillaciones de quienes no están de acuerdo con la cuarentena hacia los que siguen al pie de la letra recomendaciones; hemos visto comentarios y acciones de discriminación por edad y por estado de salud muy cercanos al fascismo; hemos visto personas expresando deseos de suspensión de garantías individuales y derechos humanos sin considerar si es necesario o no; hemos visto personas despreciando acciones humanitarias hacia extranjeros; hemos visto como hemos pasado del America First a comentarios de México First y así en casi todo el mundo occidental; hemos visto a nivel mundial expresiones de discriminación por raza y cultura principalmente dirigidas a asiáticos; personas acusando a otros de tener que estar encerrados por su culpa, sin la menor reflexión al respecto, sin considerar que como dice el médico de la novela de José Saramago en Ensayo Sobre la Ceguera: “Calma -dijo el médico- en una epidemia no hay culpables, todos somos víctimas ”;  medios de comunicación y mercadotecnia abusando del miedo para colocar ideas o productos; partidos políticos usando el miedo y el dolor de la gente para hacer su comercio indigno de votos; hemos visto personas dando "retwitt" o compartir a información falsa o descontextualizada; hemos visto discriminación por pobreza; hemos visto desprecio por los que sienten dolor y frustración por pérdidas que otros no consideran valiosas; hemos visto chantaje global, bastante aceptado, con etiquetas como: personas mueren no es un juego, si los amas no salgasquédate en tu puta casa. Cosas que pueden parecer graciosas pero que dejan ver una manera de pensar de una cultura de guerra, de búsqueda de culpables, de vigilar y castigar, y no de una solidaridad madura; opinadores en medios masivos y en medios digitales dando opiniones peligrosas nacidas de sus intestinos sin pasar por el corazón o la cabeza; ataques a personal de salud por considerarlo infeccioso; hemos visto profesionales de la salud queriendo quedarse en casa y culpando a la gente por tener que ponerse en riesgo; hemos visto aumento de la violencia domestica; hemos visto aumento de crimines cibernéticos; hemos visto países jugando a guerritas comerciales y económicas que terminan  poniendo en riesgo a los pobres del mundo; hemos visto personas criticando a  otras por desordenadas o irresponsables por no aprovechar el tiempo de cuarentena en algo útil; personas pensando que lo que tiene que decir es tan importante que lo imponen;  lo que digo es que al menos yo veo que si se avecina un cambio, es un cambio de manera de jugar el mismo juego.

     Yo creo que necesitamos otro juego porque no creo que acusarnos y maltratarnos nos ayudará a tener un mundo que en cien años, si es golpeado por otra epidemia, podamos todas y todos resguardarnos sin que eso signifique la ruina absoluta de muchos; ayudará a que tengamos una servicio de salud saludable para atender a las personas enfermas; vernos como miembros de una misma red, donde la vulnerabilidad de unos es la vulnerabilidad de todos; tener caminos de comunicación eficiente para cooperar entre países entendiendo que no hay culpables sino una humanidad padeciendo una crisis. No creo que acusarnos, criticarnos y regañarnos nos ayudará a superar la herida que compartimos como especie y no creo que el egocentrismo o peor el etnocentrismo, sea un camino a una cultura de vida y a una humanidad adulta, gozosa y libre.

 Vemos en la fuerza del otro una vulnerabilidad por paranoicos. 

LOS ESLABONES DÉBILES 


  Quiero imaginar a la humanidad como una red donde se entrelazan miles de millones de eslabones y que cada una de nosotras, personas humanas, somo uno de esos eslabones.

    Esa red sostiene nuestra vida como especie y nuestro desarrollo.

    Esa red es también nuestra capacidad de sostenernos unos a otros para que todas y todos podamos tener una existencia plena, donde tú y yo podamos gozar del privilegio de ser los ojos conscientes del universo.

     ¿Todos los eslabones son igual de fuertes?  La respuesta es no.

    En algunas mentes, los eslabones débiles son la causa de los problemas: Son los que caen en adicciones, son los caen en el crimen, son los que no acatan las medidas de distanciamiento social, son los que se enferman y ocupan más de los servicios de salud, son los que bajan el promedio de nuestro grupo, son los que pagan menos impuestos, son los flojos, etcétera.

    Hay un meme que circula en las redes sociales en México durante la pandemia, que me resulta especialmente molesto. Voy a poner contexto, algunas personas tienen claro que las medidas de prevención van por etapas y que no es buena idea tomar medidas de etapas avanzadas en etapas prematuras. Cuando los casos de enfermedad por COVID19 en México eran solo casos de personas que llegaron del extranjero se les solicitada 15 días de cuarentena a los que habían viajado para evitar nuevos contagios. En Italia el primer encierro se intentó por 15 días... En fin.  Por alguna razón esos 15 días quedaron en la mente de muchos y cuando empezó a haber casos locales y se invitó a mayores medidas de distanciamiento social, esas personas pensaban que iba a ser 15 días, pero eso nunca fue oficial. Se sospecha que algunas ciudades en México volverán a reactivarse poco a poco en meses. Entonces, volviendo al meme, cuando se anunció el inicio de la etapa 2 y se dijo que iba a durar aproximadamente un mes se liberó el meme que decía: "Me siento como cuando me castigaban en la escuela por otros que se portan mal". El meme suponía que porque algunos se encerraron quince días ya habían pagado el precio que les corresponde para salvar al mundo de la pandemia y que como otros no se habían encerrado quince días se extendía el encierro. Ese meme evidencia que las personas piensan que el encierro es un castigo, que es castigo que no les corresponde porque son los otros, los eslabones débiles, los que no evitaron el contagio en México. Ese meme evidencia que no tenemos una visión de red, que no entendemos que la debilidad de un humano es la debilidad de todos los humanos y que esa debilidad, a menudo, no originada en falta de voluntad del eslabón débil.

   La debilidad de otro es mi propia debilidad.

   Cada vez que parte de la humanidad de apoya en exceso en otra parte de la humanidad, debilita por sobrecarga a otros eslabones. Si yo, para aumentar utilidades pago poco a mis trabajadores, los debilito; si les exijo horas extras a cambio de poco o nada, los debilito. Si yo un padre o madre de familia por estar debilitado, exijo a mis hijos comportarse como adultos y hacerse cargo de responsabilidades de adultos, los debilito y los debilito también si no les doy tiempo, nutrición y cariño en la crianza; Si yo como pareja me recargo en mi compañera para que se haga cargo de mi en lo económico, afectivo, social, reproductivo y demás, la debilito; si yo le compro caro a los ricos y barato a los pobres, debilito; si yo abuso de la naturaleza de la cual agarra fuerza y vida cada eslabón, nos debilito; cuando yo político abuso de la credibilidad de las personas a cambio de votos y de beneficios especiales, debilito; cuando yo país rico me encierro en mí mismo, me responsabilizo solo de los míos mientras tomo de otros, los debilito. Y así mientras vamos debilitando eslabones, nos vamos creando las condiciones para el rompimiento de nuestra red.

   Yo creo que abusamos de otros y de lo otro, no porque sea nuestra naturaleza depredar, sino porque estamos con la mente siempre pensando en guerra, en conflicto, con el corazón debilitado por el miedo. Vemos en la fuerza del otro una vulnerabilidad por paranoicos. Porque hicimos una cultura desde el miedo y la cultura para sostenerse a sí misma alimenta el miedo.

   - Ten miedo de los otros, de los raros, de los diferentes, de los irresponsables, de los débiles, de los musulmanes, de los budistas, de los cristianos, de los de izquierda, de los de derecha, de las feminazis, de los omvres, de los hombres, de las mujeres, de otrxs, de los inmigrantes, de los malos, de las otras razas, de la bacterias, de los virus, de la muerte... -dice la cultura y notros decimos -¡Sí tengo miedo!¡Sálvanos cultura de guerra!¡Sí tengo miedo!¡Sálvanos oh gran patriarca!¡Debilítalos!¡Debilítanos!

  Así rogamos que nuestra red humana se debilite y los riesgos, entonces, se vuelvan tragedias.


TRANSFORMACIÓN



  • ¿Harías el propósito de fortalecerte como eslabón también ayudando al fortalecimiento de otros eslabones?   
  • ¿Serás capaz de buscar comprenderte y motivarte por la voluntad de vivir, en vez de regañarte y motivarte por miedo, culpa y vergüenza? 
  • ¿Estarías es la disposición de buscar tu salud emocional y física sin debilitar la de otras personas? 
  • ¿Buscarías transformar tus imágenes de enemigo en los otros, en imágenes de otros como tú debilitados por la guerra, como tú? 
  • ¿Buscarás hacer negocios amigables con la naturaleza de la que estás hecho? 
  • ¿Harás lo que haga falta para liberarte de esos eslabones que se apoyan en exceso sobre ti para cuidar tu fuerza y para que ellos busquen fortalecerse sin colgarse de otros? 
  • ¿Renunciarás al rollo de ser víctima de un monstruo que tu ayudas a crear? 
  • ¿Considerarás que contribuir a la fortaleza del débil te fortalece? 
  • ¿Podrías entender los refugiados son eslabones de nuestra red humana y que ellos son solo niños sirios, son hombre y mujeres salvadoreños, hondureños, bolivianos, venezolanos, cubanos, ecuatorianos, guatemaltecos, mexicanos desplazados dentro de nuestras fronteras, españoles, griegos, turcos, indios, judíos, árabes, blancos, negros, morenos, amarillos, rojos y de todos y cada uno de los colores? ¿Podrás entender que son tan humanos como tú? 
  • ¿Podrás entender que cambiar las cosas no es tarea de uno y que intentar ser súper héroe o súper heroína te debilita y debilita a otros? 
  • ¿Podrás considerar a las demás personas como protagonistas de su propia película y no como extras en la tuya? 
  • ¿Podrás dejar ver a las otras personas como muletas para que tú te muevas y buscar la fuerza de tus propias piernas? 
  • ¿Comprenderás que un regalo a otro ser humano es un regalo a la red que te da soporte? 
  • ¿Aprenderás a abrazar tus heridas en vez de buscar que otras personas se hagan cargo de tu dolor? 
  • ¿Aprenderás a negociar y hacer acuerdos de mutuo beneficio en vez de volver todo, una lucha de poder? 
  • ¿Podrás tomar en tu manos la responsabilidad de reducir el consumo que te enferma de drogas, buscando la ayuda que necesitas y dejando de colgarte de otros para debilitarlos contigo? 
  • ¿Podrás tomar la decisión de compartir ese conocimiento que sabes es válido, real y útil para esos otros que pueden aprovecharlos?
  • ¿Podrás asumir tu miedo a morir  y volverte más tolerante a la incertidumbre? 
  • ¿Podrás volverte responsable de tus elecciones y dejar de buscar chivos expiatorios de tus carencias existenciales? 
  • ¿Podrás tolerar el dolor de aquello que te ha faltado en esta cultura de guerra sin tratar de ocultarlo consumiendo al mundo y a los otros como si fueran tetas que están aquí para tu hábito de succionar placer personal? 
  • ¿Podrás renunciar a estrategias de mercadotecnia basadas en engañar y manipular? 
  • ¿Podrás mirar con amor?
  • ¿Podrás tomar el riesgo de vivir diferente por tu elección y no obligado por un virus? 

   No se puede fácilmente, sé que se puede difícilmente.

    Claudio Naranjo decía que se necesita mucha motivación para liberarse del hábito de ser cómo soy.

    Si esta humanidad quiere ser cuna de personas felices tiene que hacer un esfuerzo, no esperar que la vida le siga dando lecciones que ha dado ya millones de veces.

    El superhumano que entendí de Nietzsche no se hace espontáneamente, se hace eligiendo y luchando. Se hace pasando de un animal de rebaño a un animal de lucha y de un animal de lucha a un bebé, el bebé del nuevo ser humano. Buscando el inicio de una humanidad adulta, madura que vive para vivir mientras la naturaleza le siga dando la vida. Una humanidad que pueda gozar de su regalo, el de ser los ojos de la creación. 

   Ibn Arabi habla de amar todo porque todo es Dios y nuestros ojos humanos son los ojos de Dios. Él ama la humanidad porque la humanidad para él es Dios viéndose a sí mismo (Veleda, 2017). No puedo imaginar una humanidad honrando su belleza llamándonos virus, el desprecio no nos salva. Juan de la Cruz sabía que todo amor es amor de Dios y que cada que amamos somos Dios amándonos. No somo una especie destructiva por naturaleza, somo una especie enferma de miedo y anhelante de amor. Más en el terreno de lo humanista, Carl Rogers decía que cuando miramos a las personas con aprecio, respeto y empatía se relajan y emergen desde sí recursos de vida antes ocultos. Yo diría, recursos asustados por vivir en una cultura de guerra. El amor nos devuelve a casa, pero no como salimos, nos vuelve a casa como héroes que han buscado fuera para comprender lo que hay adentro. El amor nos regresa al paraíso del humano consciente de su privilegio.

   No creo que podamos transformar a la humanidad con instrumentos de guerra, con acusación, odio, dolor, desprecio, regaño, discriminación, culpa. Creo que una nueva cultura solo puede emerger desde el amor y el amor tiene su brazo guerrero, el brazo que busca destruir estructuras de violencia con acciones de no cooperación, de defensa de derechos humanos, de creación de alternativas; y un brazo cálido, que envuelve, abraza, recibe y da ternura a nuestras compañeras y compañeros de camino por la vida. 

   Sé que no es un momento fácil.

   Hacer que sea más fácil, amigable y seguro el mundo en cien años, es aún más difícil.

   Haré mi parte lo mejor que pueda, a veces, te invitaré a hacer tu parte.

    Si como especie no hacemos nuestra parte, comprenderé que es porque estamos heridos, que es porque estamos cansados y que, si nuestra red se rompe y caemos como Ícaro, la naturaleza seguirá haciéndose a sí misma y deshaciéndose a sí misma como el agricultor de la pintura que sigue cultivando mientras Ícaro muere. 




Carlos Ávila Pizzuto 





/CarlosAVILAPizzuto

@Carlosavilap 





LIBROS REFERIDOS

Belli, G. (2008) "El Infinito en la Palma de la Mano" Ed. Booket
Echeverria, R. (2009) "El Observador y su Mundo (Volumen 1) Ed. Granica
Naranjo, C.  (2013) "Cambiar la Educación para Cambiar al Mundo." Ed. La Llave
Paglia, C.  (2017) "Free Women, Free Men: Sex, gender feminism" Panteon Books
Reichert, E.  (2011) "Infancia la Edad Sagrada" Ed. La Llave
van der Kolk, B. (2015) "The Body Keeps the Score: Brain, Mind and Body in Healing of Trauma"                                             Penguin Books
Saramago J. (2010) "Ensayo sobre la ceguera" Ed. Alfaguara
Veleda, S.  (2017) "Solo creo en un Dios que sepa Danzar" Ed. La Llave
Wilber, K.  (1997) "Breve Historia de Todas las Cosas" Ed. Kairós, Barcelona.
Yalom, I.  (2010) "Psicoterapia Existencial" Ed. Herder


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